Cuando coincidí, imaginariamente, con Rodó
en Brasilia.
En
julio de 2015, hace un año atrás, me encontraba preparando todo lo concerniente
a la asistencia y participación “quilmeña” en la Reunión Plenaria del Foro
Consultivo de Municipios, Estados Federados, Provincias y Departamentos del
MERCOSUR (FCCR), que tendría lugar en la Ciudad de Brasilia.
La
fecha: el 16 de julio.
El
lugar: el “salão nobre”, en el 9º piso, del Ministerio de Planificación.
En
esa ocasión, se suscribiría el II Acuerdo Interinstitucional del FCCR (esta vez,
con el MERCOSUR Cultural).
Dicho
Acuerdo, había sido concebido dos años atrás (en 2013), luego de la reunión del
Foro celebrada en Montevideo, en el mes de julio, que testimonian estas fotos.
Me
parece que el espíritu de Rodó (en su mes
y en su Ciudad -él nació el 15 de julio de 1871 en Montevideo-, pero sin
percibirlo yo) me empezó a acompañar…especialmente desde que, luego de
cenar, salí de la parrilla El Fogón y caminé, por la calle San José, en la
lluviosa y fría noche rumbo al hotel donde me alojaba. Recuerdo que las luces
de los autos y, de tanto en tanto, las de las calles, le daban al pavimento un
extraño resplandor que, sumado al desafío de redactar el Acuerdo, me predisponía
ansiosamente.
Formalmente,
la propuesta del Acuerdo se presentó
durante la Presidencia
Pro Témpore de Venezuela, en septiembre de 2013, en la
reunión de Puerto Ordaz, cuando Quilmes ejercía la Coordinación del
Comité de los Municipios del FCCR.
Rodó,
desde lo intemporal, esperaría…tramitación
mediante y acorde a los tiempos propios de cada Presidencia Pro Tempore; (me)
aguardaría y yo, finalmente, lo reencontraría...Sería en Brasilia, la
noche del 15 de julio de 2015.
El
día miércoles 15 de julio de 2015 partí, muy temprano, desde Quilmes a Ezeiza
para volar a San Pablo y, desde allí, conexión a Brasilia. Al llegar, casi a
media tarde, me anoticié que por la recepción y visita del Presidente de
Bolivia, Evo Morales, era muy probable que el Intendente Gutiérrez se viera
imposibilitado de viajar. El plan original era reunirnos en la Capital de
Brasil.
Al término de la reunión del día 15 del FCCR, ya
entrada una apacible noche en Brasilia, en el cuarto del hotel donde me alojaba,
otro llamado me confirmaba la veracidad del alerta tempranero.
Eso implicaba, naturalmente, que cuando llegara el
punto pertinente en el Orden del Día de la reunión plenaria del jueves 16 de
julio, sería yo el que expondría acerca del Acuerdo. No sería un trance…los
recuerdos eran tan patentes…sin embargo, no me quería limitar sólo a ellos.
Por supuesto, que por la motivación del Acuerdo en
sí, y por la contraparte que era el MERCOSUR Cultural, podía explayarme y
exhibir a la cultura como una herramienta de transformación social y construcción
de ciudadanía; podía citar al Plan de Acción aprobado por la Decisión CMC
54/12; podía referenciar a los derechos culturales como parte de los
derechos humanos y fundamentales en la formulación de políticas públicas
inclusivas que fortalezcan la convivencia y la inclusión social; podía recordar
el lema de la 17º Cumbre de MERCOCIUDADES, que se había llevado a cabo en
Quilmes en noviembre de 2012, que no era otro que “Hacia una Cultura de
Integración Regional”. Podía…
Ya dije que Rodó, desde lo intemporal, (me)
aguardaría…y, con delicadeza hizo que mi espíritu lo reencuentre, de pronto,
cuando se me figuró la efeméride de su nacimiento…que había sido un día 15 de
julio…claro, era justo como ese mismo día
15 de julio que estaba casi terminando en Brasilia…
El
recuerdo de la fecha me alegró y revitalizó luego de una agotadora jornada. Rememorar
a Rodó me llevó, imaginaria e inmediatamente, hasta el anaquel donde, en mi
casa, descansaba un ejemplar de “Ariel”; aquel que había comprado, un sábado a
la mañana de diciembre de 2011, mientras caminaba por la Plaza de la
Constitución en la Ciudad Vieja de
Montevideo.
En
mi computadora tenía almacenada mucha información que empecé a releer
desordenadamente...Mario Benedetti; Alberto Methol Ferré; Gregorio Recondo;
Jorge Luis Borges; Hebe Clementi; Miguel A. Ciuro Caldani…No obstante la proa, de
manera recurrente, se ponía hacia el 1900…año en que apareció “Ariel” dedicado
a la juventud de América...“genio del aire que representa, en el simbolismo de
la obra de Shakespeare, la parte noble y alada del espíritu…”; “el entusiasmo
generoso”, “la espiritualidad de la cultura”; la obra de las memorables palabras
acerca de que “tenemos nuestra nordomanía”
a la que “es necesario oponerle los límites que la razón y el sentimiento
señalan de consuno”; “tenemos – los americanos latinos – una herencia de raza,
una gran tradición étnica que mantener, un vínculo sagrado que nos une a
inmortales páginas de la historia, confiando a nuestro honor su continuación en
lo futuro”; “Aquella tarde, el viejo y venerado maestro, a quien solían llamar
Próspero,…se despedía de sus jóvenes discípulos,…” y “aún más que para mi
palabra, yo exijo de vosotros un dulce e indeleble recuerdo para mi estatua de
Ariel”; “Pueda ella, en las horas sin luz del desaliento, reanimar en vuestra
conciencia el entusiasmo por el ideal vacilante, devolver a vuestro corazón el
calor de la esperanza perdida”.
Comprobé,
una vez más, que a ciertas obras, no solamente las leemos; las experimentamos.
Me acosté sabiendo las palabras con las cuales
concluiría mi intervención.
Ellas no eran otras que una paráfrasis de la parte
final del prólogo a la edición (de 1947) de “Ariel”…anhelando que el Acuerdo “lleve, una vez más sobre el suelo de
América, la buena nueva del eterno ideal, redivivo y triunfante, sobre las
almas atentas a su mensaje de esperanza…”.
¿Podría decir que me dormí pensando en un nuevo
amanecer? En retrospectiva, respondería que sí. Ahora bien, si hoy tuviera que
musicalizar esos momentos culminantes de los días 15 y 16 de julio de 2015,
pensando en ellos, en lo que le costó al Acuerdo -desde 2013- llegar a ellos, y
también en el presente, la canción que elegiría sería esta: [https://www.youtube.com/watch?v=AdqqrGyj-H0]
El Acuerdo se suscribió y todas las delegaciones
presentes reconocieron la labor conducente que desempeñó el Municipio de
Quilmes, consagrándose al instrumento un párrafo específico (el numeral 8) en
la Declaración de Brasilia.
Así aconteció, en la Ciudad de Brasilia, mi coincidencia
imaginaria con Rodó y la participación en la Reunión Plenaria del FCCR del día
jueves 16 de julio de 2015.
Volví al hotel con el sabor de las cosas que no
tienen olvido…agigantándose aquella escena de caminar, por la calle San José,
en la noche de Montevideo.
Permitiéndome una licencia, en aras de esta
evocación, haré míos unos fragmentos de la canción “De vez en cuando la vida”
de Joan Manuel Serrat -ojalá logre transmitir con ellos, a quien lea estas
líneas, la emoción y complacencia que sentí-.
“De vez en cuando la vida, nos
besa en la boca y a colores se despliega como un atlas, nos pasea por las
calles en volandas y nos sentimos en buenas manos”.
“Se hace de nuestra medida, toma
nuestro paso y saca un conejo de la vieja chistera y uno es feliz como un niño cuando
sale de la escuela”.
“De vez en cuando la vida,…nos regala un
sueño…”. [https://www.youtube.com/watch?v=ExcwpNpqCj4]
Si
el Acuerdo, que puede leerse en sus versiones en castellano y portugués haciendo
clic https://drive.google.com/file/d/0B56EfHyW9Zl4WFpsT2toa3o3TWM/view?usp=sharing
y clic https://drive.google.com/file/d/0B56EfHyW9Zl4N1l4WlFXWFhvT0k/view?usp=sharing,
respectivamente, me preguntara hoy ¿adónde vamos desde aquí? en esta (mi) época
de lógicas rotas, no le podría -como quisiera-, con entidad, contestar...
Empero,
le propondría sentarnos a escuchar “Where do we from here? de Kenny Wheeler…[https://www.youtube.com/watch?v=KsV3_8-RXPI]
y así, más juntos que en Brasilia porque estaríamos solos, esperar a
Ariel…quien, reconociéndonos, podría, “en las horas sin luz del desaliento,
reanimar en (nuestra) conciencia el entusiasmo por el ideal vacilante, (y)
devolver a (nuestro) corazón el calor de la esperanza perdida”.
Al
final de una tarde, emprendí mi regreso desde Brasilia (no sin antes
preguntarme si nos volveríamos a ver).
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